domingo, 24 de febrero de 2013

OSCARS 2013: Mi quiniela II..


85th. ANNUAL ACADEMY AWARDS (OSCARS 2012)

MEJOR PELÍCULA DEL AÑO

Este año la competición por el Oscar a la mejor película del año ha sido una de las más igualadas de los últimos tiempos, pero no por falta de un candidato claro sino por la presencia de varios títulos con méritos para la estatuilla. Finalmente, la que se que ha configurado como favorita es, extrañamente, una cinta que no aspira al Oscar a mejor director, Argo. Así que dado ese handicap no hay que perder de vista a sus rivales porque, aunque su papel de líder de la carrera es claro, siempre cabe la sorpresa.


AMOR. Margaret Menegoz, Stefan Arndt, Veit Heiduschka y Michael Katz, productores

La cuota exótica del año se cumple con la celebradísima y prácticamente imbatible Amor de Michael Haneke. La segunda Palma de Oro del director alemán no ha hecho más que acumular halagos, premios y distinciones desde su estreno en el certamen de la costa francesa, y no es para menos: el crudo relato de la vejez que Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva encarnan en pantalla es, a la vez, un canto a la vida y un retrato de la aceptación irremediable de la muerte, un doloroso poema de amor que sobrecoge al espectador, lo agita sin remedio y lo machaca con una puesta en escena que deja fluir la incómoda realidad a la que Michael Haneke nos tiene acostumbrados, esos trozos de realidad a los que la sociedad actual vuelve la vista, ningunea o simplemente evita y que él se encarga de evidenciarnos, sacando a relucir nuestras miserias.Sin duda es la película extranjera del año, ahora falta por ver si la Academia americana la 'acepta' como la mejor película del año, a secas, por encima de cualquier otra de su cinematografía, que parece difícil, pero solo eso, parece.




ARGO. Grant Heslov, Ben Affleck y George Clooney, productores

Con un material tan bueno como la autobiografía del agente de la CIA Tony Méndez, The Master of Disguise, y el artículo 'The Great Escape' de la revista Wired, en las manos, Ben Affleck debía de ser consciente de la gran película que podía salir de ahí. Y que salió. Porque en vez de limitarse a hacer un thriller político del estilo de Los tres días del cóndor o las más recientes Syrianna y su referente más evidente, Munich, contrapone estos modelos a los de la comedia de grandes engaños como El golpe, La gran evasión o Cortina de humo, mezclándolos a su vez con cierto tono documental que favorece la veracidad del conjunto. Quizá en una película más al uso, se habrían incluido más enfrentamientos llenos de tensión entre las autoridades pro Jomeini y los protagonistas de la escapada, con múltiples secuencias en las que el plan podría haberse ido al garete, pero el hecho de que no pertenezca decididamente a ningún género, con sus momentos de tensión y de comedia casi de enredo en otros, la convierte en una película única, original, rodada con firmeza y con una galería de personajes secundarios muy interesantes que dotan de empaque y consistencia al conjunto. Y con la cantidad de premios que ha recibido en las últimas semanas, todo parece indicar que será la triunfadora de la noche en la máxima categoría.



BESTIAS DEL SUR SALVAJE. Dan Janvey, Josh Penn y Michael Gottwald, productores

Hay que hacer mucha memoria para recordar un debut tan impresionante como el de Benh Zeitlin en Bestias del sur salvaje. La cinta tiene la virtud de traducir a imágenes la narrativa del cuentacuentos moderno mediante una libertad formal y estructural insólita, fresca, onírica, desabrida, casi cruel. La fábula de la pequeña Hushpuppy que vive en una zona olvidada de Nueva Orleans, a punto de desaparecer bajo las aguas es al mismo tiempo metáfora y realidad, de una resonancia profunda y amplia, trasladable no sólo a otros lugares, sino a otros tiempos y a nuevas situaciones. El arrojo de Bestias del sur salvaje es radical, no hay red y a veces parece no haber ni alambre. El viaje es incierto y fascinante, la emoción es pura y la imaginación honesta. El delicado guión, el extraordinario elenco de (no)actores, la singular música y la sensibilidad con la que Benh Zeitlin da forma al conjunto la convierten en una de las cintas más personales y estimulantes de los últimos años.



DJANGO DESENCADENADO. Stacey Sher, Reginald Hudlin y Pilar Savone, productores

Django desencadenado es una verdadera conquista para Tarantino. Ya no a nivel premios, con los que en mayor o menor medida, está familiarizado con casi todas sus películas, sino a nivel autoral y personal. El cine de Tarantino siempre ha tenido un marcado acento de western, más allá del género que contemple a según qué cinta: en sus comienzos sus principales conquistas fueron gracias al dominio del lenguaje cinematográfico tradicional que, poco a poco, película tras película, se ha ido maleando para acabar, después de mucho intentarlo, en la conjunción justa de ingredientes, en este ejercicio perfecto de autoría cinéfila que aúna sus dos grandes pasiones: la realización y la cinefilia. Django probablemente sea una de las película más atípicas de las nueve nominadas, pero sin duda es una cinta que, alejada de los géneros y los cánones tradicionales, está capacitada para enfrentarse cara a cara con las más grandes. Quizá premiar un spaguetti western con el mayor premio de cine del año sea algo desmedido, pero desde luego ocupa su nominación de una forma más que justa.




LINCOLN. Steven Spielberg y Kathleen Kennedy, productores

Gracias a su última película, Steven Spielberg ha conseguido su novena nominación al Oscar, sin incluir sus nominaciones como productor al premio de mejor película. Hay pocas cintas tan completas y cuidadas en todos sus aspectos como Lincoln, desde la fotografía o el diseño de producción pasando por el montaje y por sus magníficas interpretaciones. Basándose en un guión complejo que propone una trama densamente política, Spielberg reconstruye una de las etapas más importantes de la historia norteamericana de manera que nos ayuda a comprender un poco mejor al figura de un personaje histórico tan importante como fue Abraham Lincoln. Porque en Lincoln hasta el sonido más insignificante está medido al milímetro. Pese a ser el título con mayor número de nominaciones en esta edición, es difícil predecir si Lincoln será quién se alze con el máximo galardón -baste recordar lo que ocurrió el año pasado con La invención de Hugo, de su colega Martin Scorsese-, pero es indudable que Steven Spielberg es un director que consigue que todas y cada una de sus películas sean especiales. O mejor dicho: únicas.



LOS MISERABLES. Tim Bevan, Eric Fellner, Debra Hayward y Cameron Mackintosh, productores

El reto era más complejo de lo que parece a simple vista: no sólo se trataba de adaptar al cine uno de los musicales de mayor éxito de la historia sino también de dar forma cinematográfica a una pieza dramática con defectos narrativos de importancia. No hay que engañarse: Los miserables, la obra de teatro, es musicalmente bella pero su estructura hace aguas. El libreto original no logra entremezclar bien música y trama, de forma que en las canciones la historia apenas avanza y son más bien monólogos interiores o descripción de situaciones y lugares. Tras haber desarrollado un guión que prescindía una parte importante de las canciones para acercar la película a la novela de Victor Hugo, se dio marcha atrás sabiendo que el público quería las canciones. El resultado final es una narración que muy hábilmente incorpora pequeños detalles y situaciones inviables en el teatro que enriquecen y ensanchan el libreto original, dando mayor profundidad a los personajes y desarrollando mejor su arco dramático. A este pequeño gran acierto se une la astuta realización de Tom Hooper con ese esfuerzo titánico por rodar con sonido directo y esos planos imposibles que acentúan el dramatismo del original. Salvando el pecado original, todo en Los miserables es acertado, desde un reparto impecable hasta una recreación de la época sutil, hermosamente feísta, a medio camino entre lo real y lo teatral, que aporta dimensiones nuevas al relato. Una pena que los musicales tengan tan mala prensa entre críticos y premios porque esta película, arriesgada y ampulosa, es verdaderamente sobresaliente.




LA VIDA DE PI. Gil Netter, Ang Lee y David Womark, productores Lincoln. Steven Spielberg y Kathleen Kennedy, productores 

Quizá una de las mejores bazas de La vida de Pi, la que ha hecho que gane muchos premios es uno de sus principales inconvenientes. Porque la magnificencia de las imágenes, el increíble uso de las nuevas tecnologías y la fascinación visual que ejerce sobre el espectador, que experimenta lo sublime con el riesgo de quedarse atenazado y no poder traspasar esa barrera de belleza, esconde sin pretenderlo una historia que por su sutileza es igualmente sublime. En la barca en la que viajan Pi, Richard Parker y el resto de animales, suspendida en un mar que en muchas ocasiones se confunde con el cielo, su espejo, conviven las principales religiones, el darwinismo, las fábulas griegas, el animismo, el panteísmo y la civilización occidental, la lucha por la supervivencia física en un medio hostil, y la lucha del alma consigo misma, y también la comunión del yo con el cosmos y la insignificancia de la vida (humana o animal, da igual) en el universo. Es un viaje iniciático. Un rito de paso. La vida de Pi es La Vida, y sin duda una de las películas más grandes de esta carrera de premios.



EL LADO BUENO DE LAS COSAS (Silver Linings Playbook). Donna Gigliotti, Bruce Cohen y Jonathan Gordon, productores

Solamente siete de las cuarenta películas que durante las 84 anteriores ediciones de los Oscar han conseguido nominaciones en las cinco categorías principales (película, director, guión, actor y actriz) se han ido a casa de vacío. Quince han ganado el de mejor película. Sólo cuatro se lo han llevado todo. Estos son los datos con los que juega El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook), la cinta de David O. Russell que también esta candidata en las categorías de actores secundarios y en montaje. La historia de Pat y Tiffanny se ha convertido en una de las comedias románticas más aclamadas de los últimos años y ya puede presumir de haber obtenido el reconocimiento de público y crítica. Sin embargo, y más aun contando con The Weisten Company a sus espaldas, parecen aspirar a mucho más. David O. Rusell firma el guión y la dirección de una cinta que viaja por los caminos de la comedia romántica más tradicional y nos dibuja unos personajes capaces de jugar con la fina línea que separa el drama de la comedia, trazando un fantástico viaje emocional. No parte como favorita pero su victoria tampoco se puede descartar en absoluto.




LA NOCHE MAS OSCURA (Zero Dark Thirty). Mark Boal, Kathryn Bigelow y Megan Ellison, productores

Hubo un momento en la carrera de los Oscars de este año, a principios de diciembre, en el que La noche más oscura (Zero Dark Thirty) comenzó a ser proyectada para algunos críticos y éstos empezaron a darle todos los premios del mundo: NBR, New York, Boston, Chicago... Pero como bien saben David Fincher (La red social) o Paul Thomas Anderson (Pozos de ambición) ser los niños mimados de la prensa especializada no significa tener el Oscar en la mano. Sí, la jugada les salió a la perfección a Boal y Bigelow hace tres años con En tierra hostil, pero precisamente por haber ganado tan recientemente este año lo tienen casi imposible. Y eso que La noche más oscura (Zero Dark Thirty) es mejor película, más compleja y apasionante y revela al gran público algunos de los secretos de la operación gubernamental encubierta más importante de lo que va de siglo: la caza y captura de Bin Laden. Pero tras haberse desinflado en los Globos y los BAFTA y sin candidatura para Bigelow en dirección (algo que, sin embargo no parece ser un problema para Affleck y su más accesible Argo) se puede dar por satisfecha con la nominación.

Mi favotita: Argo


MEJOR DIRECTOR

A los Oscar la categoría de mejor dirección este año les ha salido rara porque no está nominado el realizador de la película favorita, Ben Affleck y Argo. ¡Con lo que les gusta a los Oscar premiar a actores que se lanzan a dirigir! Una vez descabezada, la elección se mueve entre dos directores que ya han ganado la estatuilla mientras sus películas caían derrotadas (Steven Spielberg y Ang Lee), un autor europeo de prestigio como Michael Haneke, un favorito de los Oscar de los últimos años como David O. Russell y un debut tan fascinante y prometedor como el de Benh Zeitlin.



Michael Haneke por Amor

Un matrimonio de ancianos, ambos profesores de música retirados, en los últimos meses de vida juntos sirve al director austriaco Michael Haneke para hacer una de las reflexiones sobre la vida, la enfermedad y el cariño más impresionantes que ha dado no sólo el cine, sino el arte en general. El estilo sobrio, incluso áspero y cruel, del director, que en ningún momento intenta estilizar ni embellecer la realidad, se recrea serenamente en los rostros de los dos viejos, en sus expresiones de enfado, ternura, amor, locura y dolor, recreándose en las interpretaciones de dos grandes nombres de la cinematografía gala, Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, y saca de ellos verdad y emociones sobre la decrepitud y el paso del tiempo en el mundo de orden y armonía de su vivienda parisina. Al igual que los bomberos fuerzan su entrada en el prólogo de la película, o los ladrones irrumpen en la vivienda mientras los ancianos asisten a un concierto, la enfermedad invade brutalmente sus vidas, imponiéndose a su rutina, creando esa sensación de violación y desasosiego, y de desamparo al fin y al cabo, pero también como filtro depurador que destila de la vida todo lo que sobra, conversaciones intrascendentes incluidas, y deja lo que realmente importa.

Benh Zeitlin por Bestias del sur salvaje

El debut en el largometraje de Benh Zeitlin no solo le ha reportado firmar una de las películas de la temporada, sino ser (con Ben Affleck ya asentado aunque sin nominación), practicamente, el director joven más prometedor del año. Durante la carrera, el director de Bestias del sur salvaje ha conseguido alzarse como mejor director en algunos premios críticos y certámenes que han premiado su labor de dirección novel o primeriza, pero los Oscar son otra liga. Ante estos hechos, Zeitlin podría tener que conformarse con haber llegado a ser nominado, pero en su caso, y dada la atípica categoría que este año ha resultado en los premios de la Academia, parte como uno de los favoritos. Bestias del sur salvaje es una fábula que mezcla el drama social con la fantasía, un retrato de la miseria visto a través de los ojos optimistas de una niña que se ha convertido en una de las heroínas del año (no en vano, también está nominada al Oscar). Su combinación de géneros y de temáticas en un retrato con un punto de vista tan particular, además de un trabajo con los actores, hacen del otrora desconocido Benh Zeitlin una de las grandes promesas para el futuro del cine actual y sin duda un contendiente a la altura de los grandes titanes a los que se enfrenta en esta categoría.

Ang Lee por La vida de Pi

La tercera candidatura al Oscar de Ang Lee como director -que obtuvo en su anterior intento- y quinta en total -pues tiene otras dos como productor- llega, como no podía ser de otra forma, de una nueva transformación del camaleón. Después de haber sido el más británico en Sentido en sensibilidad, el más indie americano en La tormenta de hielo, el más vigoroso en Hulk, el más chino en Tigre y dragón, y el más delicado en Brokeback Mountain, el taiwanés aborda en La vida de Pi un relato impregnado de la espiritualidad y la cadencia de la India. El libro había pasado por varias manos que lo dejaron por imposible hasta llegar a las suyas, posiblemente las únicas con el tacto preciso para deslizarse por esta historia aparentemente conservadora pero que en última instancia se revela profundamente iconoclasta. El doble salto mortal viene al desarrollarse la parte central de la historia en un barca a la deriva con un único actor y unos animales creados por CGI. El reto parece imposible, pero el resultado se ve con placer y descuido. Esta vez el Oscar se le va a escapar pero, desde luego, no es por falta de talento.

Steven Spielberg por Lincoln

Séptima nominación a un Oscar como mejor director para el cineasta más taquillero y conocido en la faz de la Tierra. Y han pasado 14 años ya desde su última victoria con Salvar al soldado Ryan por lo que hay un sentimiento creciente entre los académicos de que ya toca darle su tercer premio e igualarle con dos maestros como son William Wyler y Frank Capra. Y qué mejor ocasión que la minuciosa recreación de los últimos años de vida de uno de los presidentes estadounidenses más recordados. Spielberg se vuelca en una dirección de actores que saca oro puro de su extenso reparto, sobre todo de sus tres intérpretes nominados, una recreación histórica minuciosa, apoyándose en un guión quizá demasiado milimétrico escrito más con el cerebro que con el corazón y que nos priva del Spielberg más almibarado. Quizá Lincoln no sea la mejor película de Spielberg de los últimos años, pero frente a la ausencia de Affleck, Bigelow y Tarantino lo tiene realmente fácil en esta ocasión.

David O. Russell por El lado bueno de las cosas


La comedia romántica de la que más se está hablando este año, El lado bueno de las cosas, le ha otorgado a David O. Russell su tercera nominación a los premios Oscar, tras la nominación conseguida en 2010 con The Figther, y tras conseguir también en esta edición la nominación en la categoría de mejor guión adaptado. No hay que olvidar que David O. Russell antes que director de cine fue encargado de dirigir una gran cantidad de videoclips, y esto a la hora de dirigir sus películas es algo que se nota. Zooms un tanto psicodélicos o planos picados son algunos de los recursos que se pueden ver a lo largo de su obra y que también podemos encontrarlos en El lado bueno de las cosas, David O. Russell  realiza una dirección cuidada y detallista  que unido a un gran guión y a un trabajo actoral mayúsculo convierten su última película en una rival más que digna. En su contra tiene a directores de la talla de Michael Haneke o Steven Spielberg, sin embargo la gran campaña que ha tenido El lado bueno de las cosas puede suponer el empujón que David O. Russell necesita para subir a por el Oscar.

Mi favorito: Steven Spielberg por Lincoln


MEJOR INTERPRETACIÓN DE UNA ACTRIZ EN PAPEL PROTAGONISTA

Al contrario de lo que ocurre en la categoría de mejor actor, la batalla está muy abierta en la de mejor actriz protagonista, un apartado donde se enfrenta la candidata de más edad de la historia contra la más joven, acompañadas por tres mujeres en su segunda nominación. La favorita oficial es Jennfier Lawrence (protagonista de una película presente en todos las categorías de interpretación) pero su premio corre peligro: Emmanuelle Riva le pisa los talones.

Jessica Chastain por La noche más oscura (Zero Dark Thirty)

No hay duda que es Jessica Chastain es una de las actrices del momento. Su enorme capacidad para amoldarse a los personajes que interpreta la viene demostrando en cintas muy personales como Take Shelter o El árbol de la vida hasta películas más comerciales como Criadas y señoras, por la que obtuvo su primera nominación al Oscar. Quizás ha sido esta capacidad de la que hablamos la que ha llevado a Kathryn Bigelow a elegirla para interpretar el personaje de Maya, la implacable agente de la CIA obsesionada con dar caza a uno de los terroristas más buscados de todos los tiempos. La noche más oscura es una película tensa, en la que en ocasiones cuesta respirar, que está rodada de una forma impoluta. Pero sin embargo todo el peso de la cinta recae en los hombros de Jessica Chastain que nos ofrece una grandísima interpretación de una mujer dividida entre el amor que siente por su país y los métodos que este emplea para conseguir sus objetivos. Con su interpretación, Chastain no solo consigue mantener al espectador pegado a la pantalla, sino que también transmitir esa presión que recae sobre su personaje, así como las dudas que este sufre por los métodos más que cuestionables del gobierno norteamericano. Porque en La noche más oscura cuando Maya sufre, Jessica Chastain consigue transmitir ese sufrimiento al espectador y cuando ella duda, nosotros dudamos más. Es cierto que sus posibilidades para ganar el Oscar se han ido disminuyendo con el paso de los días, pero lo que nadie puede negar es que actualmente Jessica Chastain puede con todo. Incluso con Osama Bin Laden.


Jennifer Lawrence por El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)


A pesar de su corta edad, con esta su segunda nominación, Jennifer Lawrence entra de lleno en la nueva generación de actrices jóvenes que llegan pegando fuerte ya no solo a la profesión, sino a los laureles del éxito. Tras su sufrido trabajo en Winter's Bone, ha sido la Tiffany de El lado bueno de las cosas la que la ha vuelto a revestir de prestigio academicista mientras que este mismo año su Katniss Everdeen la alzaba a lo más alto de las taquillas. En la última película de David O. Russell la Lawrence construye un complicado personaje a caballo entre la comedia y el drama, que a veces se confunden y se traspasan, en una historia en la que su personaje constituye en el motor principal de la historia como catalizador de la trama del personaje de Bradley Cooper. Jennifer Lawrence no tiene problema en ser una chica cañón que seduce al pobre diablo, también está capacitada para ser un depresivo y sentimental animal herido de amor, el verdadero mérito es combinar las dos facetas en una misma película y complementarse a la perfección con su compañero en pantalla, así como mimetizarse con el reparto al completo. Y eso sin contar su cara a cara con Robert De Niro, para el que no cualquier actriz está capacitada y del que sale más que airosa.

Emmanuelle Riva por Amor


La octogenaria actriz francesa, ganadora de una copa Volpi en Venecia en los 60 por Relato íntimo, ha trabajado a las órdenes de maestros como Resnais (Hiroshima, mon amour) o Kieslowski (Azul) y recibe este año su primera nominación a un Oscar por dar vida a Anne, la anciana pianista que ve como su cuerpo y su mente sufren una paulatina degeneración a causa de la edad. Haneke no nos escatima ningún momento desagradable o humillante en esa progresiva espiral previa a la muerte y Riva está a la altura en todas y cada una de las secuencias, dotándolas de una verdad tal que en ocasiones cuesta mantener la mirada en la pantalla. Tras ganar el EFA y el BAFTA es la única actriz que puede aguarle la noche a Jennifer Lawrence... pero quizá los Oscars de Cotillard y, sobre todo, Dujardin están demasiado cercanos en el tiempo como para la Academia se incline a premiar a otro actor francés. Aunque se trate, sin duda, de la mejor interpretación del año.

Quvenzhané Wallis por Bestias del sur salvaje 


De vez en cuando surge como de la nada una pequeña joya que se abre paso entre grandes producciones y nombres en letras de neón. De vez en cuando recuperamos esa sensación de haber visto magia y poesía, algo que de alguna manera nos reconcilia con un modo de expresión maltrecho y maltratado. Y de vez en cuando también una vocecita infantil y sin educar se erige entre los grandes nombres. La pequeña Quvenzhané Wallis relata en off cómo es la vida de Hushpuppy y su padre en esa zona pantanosa de Luisiana, y nos conquista. Con su pelo indomable, reflejo de su espíritu indomable, y su escasa vestimenta, expone ante nuestros ojos su vida junto a Wink y el resto de seres humanos que pueblan La Bañera, abandonada por todos menos por sus habitantes, nos hace creer con su discurso y su voz única, honesta, que es el mejor sitio del planeta para vivir. Expone su visión engreída y temeraria sobre la vida, nos habla de sus miedos y sus carencias, nos enseña sin pudor las miserias y nos introduce en una aventura única en su cosmos particular, que es la de sobrevivir. Quvenzhané, como Hushpuppy, es una fuerza de la naturaleza que nos mira directamente a los ojos y nos desafía a entrar en su mundo y vivir su vida, con un espíritu de verdadera libertad y en comunión con su entorno. No tendrá ninguna posibilidad de ganar, pero su naturalidad y su fuerza son inolvidables.
  
Naomi Watts por Lo imposible


Nueve años después de su primera nominación como actriz principal por 21 gramos llega esta segunda oportunidad para Naomi Watts y, con ella, la única esperanza de hacerse con una estatuilla para Lo imposible, la película española más exitosa de la historia. Watts acepta en la cinta de Bayona el reto de meterse en la piel de María Belón, superviviente del tsunami que asoló la costa del suroeste asiático, y si el titánico trabajo de efectos especiales a la hora de recrear la tragedia supone uno de los pilares fundamentales de Lo imposible, Naomi es el otro. La británica se entrega en cuerpo y alma al realismo de lo que ella misma ha catalogado como el papel más desgarrador de su carrera, dejándose la piel para transmitir la sensación de pérdida y desesperación de una madre malherida que ha perdido a gran parte de su familia pero debe mantener el tipo para luchar por su supervivencia y la de su hijo. Watts mide a la perfección el sentimiento de su personaje y se adentra en las entrañas del espectador para sacudirlo y despertar en él la empatía sobre la que se sujeta el metraje. A pesar de estar prácticamente descartada de cara al premio, no son pocos los miembros de la Academia que han mostrado su admiración por esta interpretación, por lo que su triunfo sería una agradable sorpresa de última hora.

Mi favorita: 
Jennifer Lawrence por El lado bueno de las cosas


MEJOR INTERPRETACIÓN POR UN ACTOR EN UN PAPEL PROTAGONISTA 

Es una lástima que la competición por el Oscar al mejor actor esté desvirtuada por un favorito tan claro como Daniel Day Lewis y su fascinante recreación del personaje de Lincoln. Porque sus compañeros de categoría han realizado trabajos verdaderamente sobresalientes como el titánico esfuerzo de Hugh Jackman por renovar el Jean Valjean de Los miserables, la abisal ruina personal de Joaquin Phoenix en The Master, la delicada composición de Bradley Cooper en El lado bueno de las cosas y el contenido y controvertido Denzel Washington de El vuelo.

Bradley Cooper por El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)


Si hay algo en la película de David O. Russell que ha destacado en esta temporada de premios, sin duda han sido sus interpretaciones.  Ha sido sobre todo el nombre de Jennifer Lawrence el que más hemos escuchado cuando se hablaba de las interpretaciones de El lado bueno de las cosas, relegando a un segundo plano a Bradley Cooper. Y eso a pesar de su esfuerzo por aprovechar la oportunidad de oro que le ofrecía esta cinta de demostrar que es más que una cara bonita: un actor con talento cómoco y dramático, capaz de recorrer el fino alambre entre lo patético y lo gracioso si perder nunca el equilibro. Su interpretación del excéntrico y bipolar personaje nos ha regalado algunos de los mejores momentos cómicos del año. Juntos, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper elevan la última película a un nivel que pocas comedias consiguen alcanzar. 

Daniel Day-Lewis por Lincoln


Daniel Day-Lewis juega en una división superior. Recibe su quinta nominación al Oscar (y su más que probable tercera estatuilla, tras Mi pie izquierdo y Pozos de ambición) por interpretar casi un imposible: el presidente Lincoln no sólo es un personaje carismático y admirado, sino que también es un icono tan monumental, ejemplo de tantas cosas para la cultura estadounidense que parecía una tarea titánica dotarle de profundidad, de humanidad, traspasar cuadros y estatuas para darle vida y dobleces características de un ser humano. Y al igual que la fotografía y el guión juegan a las luces y las sombras, a los datos históricos y las zonas misteriosas del mandatario, la interpretación de Day-Lewis maneja a sus anchas la brillantez y el embrujo del discurso político de Lincoln y lo combina con indicios de su verdadera personalidad, que relega a las escenas más íntimas, leves momentos de enfado o de dolor que podrían revelar su auténtico ser, pero que prefiere dejar en penumbra. Su impresionante trabajo vocal se hace eco de las crónicas de la época que definían la voz del presidente como clara y ligera, resonando como la de un clarín, y también el agotamiento de un hombre que ha ejercido el poder, haciendo posibles algunos de sus deseos, pero que ha sufrido además guerras y otras catástrofes personales como la muerte de su hijo. Un hombre capaz de contar las anécdotas más mundanas con una ingenuidad casi infantil, pero también de perder la paciencia y pegar un golpe en la mesa para demostrar su autoridad. El Lincoln de Day-Lewis se erige como un árbol centenario, consciente de su grandeza, a punto de convertirse en leyenda, con andares y pose casi militares en unos momentos, y torturados y envejecidos en otros, y eleva al personaje cinematográfico a la altura de la leyenda.

Hugh Jackman por Los miserables 


El nuevo intento de adaptar a la gran pantalla del fenómeno teatral Los miserables hubiera quedado una vez más en saco roto de no haber existido Hugh Jackman. Estrella de Hollywood de la mano de Lobezno, la carrera del australiano está en realidad ligada al musical: fue este género el que le dio sus primeras alegrías en sus país natal (La bella y la bestia, Sunset Blvd.) y fue el que le ofreció el pasaporte para debutar en Europa (Oklahoma!, en el Royal National Theatre de Londres). Así, Jackman era el único actor que reunía las condiciones que requería Jean Valjean: experiencia muscial para un papel cantado en su totalidad y calidad de estrella para vender la película en el mundo entero. Pero ya mentido en faena, Jackman hizo mucho más: cogió un personaje que siempre se había abordado de la misma forma y lo hizo suyo, lo redujo en su histrionismo, decidió primar el drama –intensificado por los primerísimos planos- sobre la fría belleza musical. Hay que tener mucho talento y mucha valentía para arrojar luz nueva sobre un personaje tan esterotipado. Es una lástima que el rival sea tan duro porque se le están escapando los premios a una de las interpretaciones más arriesgadas y profundas de los últimos tiempos.

Joaquin Phoenix por The Master


Todo sobresale de manera salvaje (en el mejor sentido del adjetivo) en el último trabajo de Paul Thomas Anderson tras la cámara. Pero si hubiera que elegir solo una cosa de The Master, sin duda debería ser a Joaquin Phoenix y su monstruosa (de nuevo en el mejor de los significados) interpretación de Freddie Quell, un complejísimo personaje, motor de la historia de la película y que posee una estructura de arco emocional tradicional dentro de de un personaje imposible, lleno de claroscuros, de aristas y con una psique enigmática como pocas se han visto en una pantalla de cine, que además habita una historia críptica, enigmática y un universo enrarecido. El total siempre es la suma de sus partes, pero sin duda a Joaquin Phoenix en The Master le corresponde una de las partes más importantes. ¿Serán los académicos capaces de dejar de lado los delicados temas que toca la historia y aventurarse a premiar la mejor interpretación del año? Esperemos que sí.

Denzel Washington por El vuelo (Flight)


Séptima nominación al Oscar para Denzel Washington, estatuilla que ya ha ganado en dos ocasiones por Tiempos de Gloria (1989) y Training Day (Día de entrenamiento) (2001). Esta candidatura le llega de la mano de Whip Whitaker, el piloto alcohólico y drogadicto en torno al que gira El vuelo (Flight), cinta de Robert Zemeckis que cuenta con esta nominación y la de mejor guión original. Washington demuestra por qué se ha convertido en uno de los actores más reconocidos de la industria norteamericana dotando de veracidad a un personaje que, cargando con un perfil muy negativo (adicto y mentiroso compulsivo), consigue no generar desprecio en el espectador. Sin embargo, a pesar de estas virtudes y de que El vuelo se sostiene en gran parte sobre la imponente presencia de Washington, parece partir como el rival más débil y todo indica que sus posibilidades de entrar en el selecto grupo de actores con tres estaquillas están a años luz de las de Daniel Day-Lewis.

Mi favorito:Daniel Day Lewis por Lincoln


MEJOR INTERPRETACIÓN POR UNA ACTRIZ EN UN PAPEL DE REPARTO 

la categoría de mejor actriz de reparto, una de las aparentemente más pacíficas del año: pese a que no se ha llevado muchos de los premios previos, es indiscutible considerar a Anne Hathaway como favorita por su trabajo en Los miserables. Sin embargo, tiene rivales muy sólidas, sobre todo en Sally Field, que lucha por su tercera estatuilla con Lincoln; o Amy Adams que, como Hathaway, aún no tiene su galardón. Completan el quintento la casi protagonista Helen Hunt de Las sesiones y la pequeña participación de Jacki Weaver en El lado bueno de las cosas.

Amy Adams por The Master


Cuarta nominación en tan sólo siete años para Amy Adams (la precedieron Junebug, La duda y The Fighter), que corre el riesgo de convertirse en candidata perenne y ojalá pronto ganadora. No es probable que sea este año, pese a que su composición en The Master es deslumbrante. La estadounidense desarrolla con impresionante credibilidad los dos lados de una misma moneda: la aparentemente encantadora y comprensiva Peggy Dodd y su reverso en la intimidad, la manipuladora y obsesiva mujer que espolea las turbias intenciones de su marido, interpretado por Philip Seymour Hoffman. En esta especie de revisión de la Eleanor Shaw (Angela Lansbury) de El mensajero del miedo, Amy Adams es una mujer con dos caras inquietante y seductora, un abismo de ambición incontrolable. El Oscar la va a esquivar de nuevo, pero no podrá resistirse mucho más.

Sally Field por Lincoln


Han pasado 28 años desde que Sally Field subió a recoger su segundo Oscar a mejor actriz por En un lugar del corazón y desde entonces no había vuelto a estar nominada. Hasta ahora. Ha sido Steven Spielberg quien en su último trabajo, Lincoln, ha sacado a la actriz, de 66 años, de las sombras otorgándole el papel Mary Todd Lincoln, esposa del presidente estadounidense interpretado por Daniel Day-Lewis. Se ha hablado mucho sobre la gran interpretación que realiza el británico en la cinta e incluso de la de Tommy Lee Jones, y se ha olvidado, o al menos relegado a un segundo plano, la gran labor interpretativa de Sally Field, que ejerce su papel de sufrida esposa, consejera y protectora de uno de los hombres más importantes en la historia de los Estados Unidos. Un trabajo en el que no le pesa compartir escena con Daniel Day-Lewis o Tommy Lee Jones, y que solventa de manera sublime llegando a ponerse a su altura y otorgándonos algunos de los mejores, y más dramáticos, momentos de la película. No será tarea fácil que Sally Field se lleve la estatuilla, pero sin duda es la única que pueda amargar la noche a la gran favorita, Anne Hathaway. Méritos no le faltan.

Anne Hathaway por Los miserables


Cuatro años después de recibir su primera nominación al Oscar como actriz protagonista por La boda de Rachel, Anne Hathaway vuelve a la palestra por la puerta grande, esta vez como secundaria y gran favorita al premio. Esta joven actriz neoyorquina camina hacia la codiciada estatuilla de la mano de Fantine, su personaje en Los Miserables. Un personaje breve en cuanto a metraje pero de una valía incalculable y que ha sido interpretado por tal número de actrices que el mero hecho de meterse en su pellejo supone un tremendo acto de valentía. Si a esto le sumamos la particular visión de Tom Hooper y la arriesgada decisión de rodar todas las interpretaciones musicales en directo, el reto es aun mayor. Hathaway se lanza a la piscina y se entrega por completo al personaje, que alcanza su punto más álgido en una desgarradora interpretación del mítico 'I Dreamed a Dream', sosteniendo un primer plano fijo durante los cuatro minutos y medio de canción y asegurándose su paso a la historia del género musical. Sería toda una sorpresa que no se hiciera con el Oscar.

Helen Hunt por Las sesiones 


Quince años han pasado desde el Oscar que consiguió Helen Hunt por Mejor... imposible derrotando ese año a cuatro damas inglesas del calibre de Bonham-Carter, Christie, Dench y Winslet. En los 90, gracias al taquillazo dirigido por James L. Brooks y otros títulos relevantes como Twister o Náufrago, así como los múltiples premios que recibió por su participación en la sitcom Loco por ti, parecía que iba a comerse el mundo. Pero apenas ha tenido papeles relevantes en la última década y no ha sido hasta que Ben Lewin le ha confiado el goloso rol de Cheryl, la terapeuta sexual del personaje real Mark O'Brien (maravilloso John Hawks) que le ha llegado su segunda nominación a un premio de la Academia. Es una lástima que a esta mujer no le ofrezcan tan a menudo personajes así de fascinantes, porque es capaz de abordarlos con una naturalidad pasmosa, aunque tenga que desnudarse sin pudor tanto física como emocionalmente. Por desgracia se trata de la única candidatura de la película, aunque eso no le impidió a Penélope Cruz ganar su Oscar hace cuatro años. Claro, que la española no competía contra Anne Hathaway...

Jackie Weaver por El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)


Esta es la segunda nominación al Oscar para Jacki Weaver que, al contrario que con Animal Kingdom hace dos años, donde muchos gremios, críticos y predicciones la daban como ganadora; en esta ocasión es la primera aparición en la carrera de este personaje que solo ha recibido nominación en conjunto junto al reparto en los Gotham y los SGA. En El lado bueno de las cosas, Weaver encarna a Dolores, una madre resignada y sufriente ante la bipolaridad diagnosticada de su hijo y los problemas familiares que ésta provoca. De los cuatro actores nominados, quizá sea la actriz australiana la que sepa canalizar mejor las energías de su personaje, permaneciendo un un constante, firme y necesario segundo plano sin ningún tipo de atisbo de protagonismo artificioso, como ya hizo magistralmente en su anterior interpretación nominada al Oscar. Tal vez sea esa falta de notoriedad y de careos interpretativos con sus compañeros los que precisamente hacen grande su interpretación. Sería un año perfecto para poder saldar la deuda de hace dos años y terminar de cuadrar la posibilidad del pleno interpretativo de la película. Pero ser la menos presente en la carrera de las cinco nominadas no juega en absoluto a su favor.

Mi favorita: 
Anne Hathaway por Los miserables


MEJOR INTERPRETACIÓN POR UN ACTOR EN UN PAPEL DE REPARTO 

Estamos ante una de las categorías más reñidas de la carrera al Oscar de este año, contando, además, con el dato de que todos y cada uno de los actores nominados aquí ya tienen una estatuilla en casa. Con gran espectro de géneros en sus trabajos, resulta complicado determinar cual de todos ellos es más importante, relevante, merecedor de premio o simplemente mejor, por lo tanto, es una necesidad imperiosa pasar a analizar cada uno de los cinco trabajos que este año optan al Oscar al mejor actor secundario.

Alan Arkin por Argo


Alan Arkin recibe con esta su cuarta nominación al Oscar, segunda de las cuatro en esta categoría, en la que ya se alzó ganador en 2007 (40 años después de su primera nominación) por su interpretación en Pequeña Miss Sunshine. En esta ocasión Arkin es Lester Siegel, un reputado productor de Hollywood que, junto al personaje encarnado por John Goodman, forman la pareja protagonista de los descargos cómicos de Argo, los dos responsables de crear la ilusión del rodaje de la falsa película que da nombre a la última cinta de Ben Affleck. Ambos actores crean un todo que es difícil de valorar independientemente, pero quizá es mucho pedir la doble nominación, así que ha sido Arkin el que se ha llevado el gato al agua. Sin que su reparto sea nada excepcional, si que destacan en Argo estos dos personajes que, a la vez que forman parte irreemplazable de la historia, elaboran, de soslayo, una divertidísima crítica a la industria del cine y a las maneras de producción del cine de los setenta. Las posibilidades de premios del actor son pocas, sobretodo teniendo en cuenta que su presencia en la carrera se ha limitado a las nominaciones, solo ganando premios dentro del reparto de la película y que sus otros competidores son los que se han alzado con los premios, pero Argo parece ser la eterna sorpresa de los premios últimamente, así que no hay que dejar nada al azar.

Robert De Niro por El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)


Robert De Niro alcanza con esta su séptima nominación al Oscar más de veinte años después de la última y con dos estatuillas en su haber (uno como protagonista por Toro Salvaje y otro como secundario por El Padrino parte II). Esta vez el mítico actor norteamericano es reconocido por su trabajo como Pat Solitano Sr. en El lado bueno de las cosas, cinta que ha conseguido estar presente en las cuatro categorías de interpretación. De Niro encarna a la perfección el papel de un padre de familia obsesionado con las apuestas relacionadas con el fútbol americano y que tiene que lidiar con las locuras de su hijo en plena terapia psiquiátrica, con el que, además, protagoniza una de las escenas más emotivas de la película. Lo cómodo que parece encontrase en su personaje durante todo el metraje juega a su favor, sin embargo, estamos ante un papel que carece de los retos interpretativos que sí encontramos en algunos de sus competidores que han sido premiados recientemente en esta categoría. No parte como favorito, pero teniendo en cuenta la excelente aceptación de todo el reparto de El lado bueno de las cosas es un candidato que no podemos dejar de lado.

Philip Seymour Hoffman por The Master


Tras cuatro nominaciones y un Oscar, y a pesar de las suspicacias que despiertan los premios, nadie puede negar que Philip Seymour Hoffman es uno de los mejores actores que habitan el universo del cine estadounidense, y no me equivoco si digo que es el mejor de su generación. Cierto es que en su filmografía hemos visto personajes parecidos a este Lancaster Dodd, pero quizá el nivel de sutileza y matices de éste alcanza en The master cotas magistrales. Como un Ciudadano Kane cualquiera, Dodd es la encarnación del éxito, disciplinado como un científico y enérgico como un vendedor de coches; con una seguridad en el decir y el mirar que hace a todos pasar por alto la incongruencia de su discurso y lo anodino de su físico, sin lugar a dudas incorpora con su gran trabajo actoral eso tan difícil de explicar que venimos a llamar carisma.

Tommy Lee Jones por Lincoln


Cinco años le ha costado a Tommy Lee Jones volver a conseguir una nominación en los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Gracias a Lincoln, la última película de Steven Spielberg, el actor norteamericano consigue su cuarta nominación a los premios Oscar y todo apunta a que el veterano actor se alzará con su segundo Oscar, ya consiguió uno en 1993 como mejor actor de reparto por El fugitivo, gracias a su interpretación del republicano radical Thaddeus Stevens. Tommy Lee Jones no solo realiza un gran trabajo en la última cinta de Steven Spielberg, sino que consigue ponerse al nivel de un soberbio Daniel Day-Lewis y hacer que su interpretación no eclipse su laborioso trabajo. Ya veremos si consigue alzarse con el galardón en una categoría de nivel muy igualado y interpretaciones muy dispares pero lo que nadie puede negar es que su nombre es uno de los grandes favoritos de la noche.

Christoph Waltz por Django desencadenado


Tan sólo tres años después de su victoria por Malditos Bastardos, Waltz vuelve a ser candidato como actor de reparto por la siguiente película de su amigo Quentin Tarantino. En Django desencadenado interpreta al Dr. King Schultz, un carismático cazarrecompensas alemán que se mueve como pez en el agua por los desérticos parajes del medio oeste estadounidense. Waltz, apoyándose en los perfilados diálogos de Tarantino, nos vuelve a ofrecer otro recital a través de un personaje que inquieta y fascina al espectador. Por desgracia su oscarizado Hans Landa aún está muy cerca en la memoria de todos y si además sumamos el hecho de que esta vez no ha habido tanta unanimidad en la carrera de premios (sólo ha ganado el Globo de Oro y algún premio poco relevante de la crítica), creemos que en esta ocasión no lo tiene tan fácil. 

Mi favorito es:Tommy Lee-Jones por Lincoln


MEJOR GUIÓN ORIGINAL

Tan sólo tres de las cinco películas nominadas este año al Oscar al mejor guión original son también candidatas a mejor película, lo que las hace partir mejor posicionadas para conseguir la victoria. Dos de sus guionistas, Boal y Tarantino, ya tienen Oscar en su vitrina. ¿Significa eso que la Academia puede repetir lo que hizo con Almodóvar y Hable con ella y premiar al director europeo del año?

Michael Haneke por Amor

Primera nominación a un Oscar como guionista para uno de los directores europeos más perturbadores. El austriaco Haneke, doble ganador de la Palma de Oro en Cannes y con tres EFA al mejor director en su haber, nos ofrece en su último trabajo la paulatina y desgarradora degradación de un matrimonio de ancianos tocados por la enfermedad degenerativa de uno de ellos, pero que, a pesar de su avanzada edad y fragilidad, consiguen superar el día a día gracias al amor que se profesan. Haneke nos ofrece pequeños pasajes de la última etapa de sus vidas, sin concretar los tiempos que pasan en cada elipsis y aguantamos dos horas de metraje únicamente con sus protagonistas y alguna aparición esporádica de la hija de ambos que lo observa todo impotente desde fuera. Un libreto áspero, como acostumbra Haneke, pero Amor también es una cinta valiente que merecería llevarse, si no el Oscar al mejor director, al que también opta, este premio el día 24.



Quentin Tarantino por Django desencadenado


Tercera nominación a un Oscar como guionista para Quentin Tarantino, uno de los cineastas estadounidenses más personales de las últimas dos décadas. Sú unica victoria fue hace 18 años con su segundo film Pulp Fiction. En su octavo largometraje, Django desencadenado, homenajea a un spaguetti-western del 66 interpretado por Franco Nero (al que Tarantino, como no, reserva un cameo) dándole el protagonismo en esta ocasión a un esclavo recién liberado que, con la ayuda de un carismático cazarrecompensas alemán, planea vengarse del esclavista que retiene a su esposa. Los diálogos de Tarantino, como siempre, son una delicia para el espectador, pero vuelve a pecar por exceso y el tercer acto de la película se hace demasiado largo. Pero habiendo ganado el Globo de Oro parte quizás como posible favorita.



John Gatins por El vuelo (Flight)


Si los otro cuatro contendientes de esta categoría son libretos notables y alguno hasta excelente, no se entiende la inclusión del mediocre trabajo de John Gatins para El vuelo, la última y fallida cinta de Robert Zemeckis. Sexto guión de Gatins, que siempre ha parecido especializarse en temas deportivos e historias buenrollistas de superación, que, tras un prólogo magnífico que es oro puro en mano de Zemeckis, se transforma en una tediosa y repetetiva actualización de Días sin huella. Y es que Gatins está a años luz del tándem Wilder-Brackett. Algún hallazgo suelto como el personaje de John Goodman no compensan un desarrollo cansino y uno de los finales más almibarados y detestables que este analista ha visto recientemente. No se entiende esta nominación habiéndose quedado fuera el guión de Paul Thomas Anderson para The Master.



Wes Anderson y Roman Coppola por Moonrise Kingdom


Segunda nominación como guionista para Anderson, tras la obtenida por Los Tenenbaum hace once años y primera para el hijo y hermano de Francis y Sofía Coppola. Moonrise Kingdom no es el primer libreto que escriben juntos puesto que iniciaron su colaboración hace cinco años con Viaje a Darjeeling. Anderson vuelve a volcar aquí muchos de sus lugares comunes: familias disfuncionales, exaltación de la diferencia y algunas pinceladas de humor negro. Este entrañable cuentito sobre la adolescencia y los primeros escarceos amorosos se convirtió en uno de los títulos más refrescantes del 2012, por lo que no ponemos objeción a su nominación. Pero no tiene apenas posibilidades frente a casi todas sus contrincantes. 



Mark Boal por La noche más oscura (Zero Dark Thirty)


Sólo han pasado tres años desde que Mark Boal ganase su primer Oscar por su anterior colaboración con Kathryn Bigelow, En tierra hostil. Y en esta ocasión se trata de un trabajo aún más redondo, macerado en una exhaustiva documentación y con un manejo del ritmo y la tensión que te mantienen atrapado durante dos horas y media. Cierto es que para querer reflejar los eventos más importantes de la última década, algunos episodios clave se han quedado en el tintero. Si a esto le sumamos todas las voces que se han alzado en contra del retrato que se da de las torturas a prisioneros de guerra, parece que Boal lo tiene este año un poco más complicado para llevarse a casa otro Oscar. Aunque se trata de un trabajo excelente  y una más que justificada nominación.



Mi favorita es: Quentin Tarantino por Django desencadenado


MEJOR GUIÓN ADAPTADO

Aunque parece que este premio ya tiene el nombre grabado en la peana, lo cierto es que los cinco contrincantes de esta categoría lo están por derecho propio. Aun así, a más de uno nos habría gustado ver a Tom Stoppard por la arriesgada adaptación de Anna Karenina en lugar de alguno de los mencionados.

Chris Terrio por Argo


Basándose en las memorias del propio protagonista de la historia, el agente de la CIA Tony Mendez, el joven Chris Terrio logra mezclar el género del buen thriller político al estilo de Los tres días del cóndor con la alta comedia en la estela de Cortina de humo, con sus momentos de tensión (muy bien llevados, salvo el de la criada de los embajadores canadienses, que es un poco de risa) y sus parejas cómicas (la formada por Goodman y Arkin), y se queda a medias entre los dos géneros. Es thriller, pero no se mete en política, y la parte de comedia, que perfectamente podría haber derivado en enredo, se limita a la caricaturizacion de la industria cinematográfica y de la CIA en un momento en el que el mundo estaba para pocas bromas. Se echa de menos un mejor desarrollo de los personajes secundarios (tanto el embajador canadiense como los funcionarios estadounidenses escondidos en su casa son más interesantes a priori que lo que luego se ve) y un tratamiento menos ligero de la tensa situación política, y sobran momentos cursis relativos a la vida personal del agente Méndez, lo que quizá lastra las posibilidades de hacerse con el premio sobre todo por la calidad de los contrincantes.



Lucy Alibar y Benh Zeitlin por Bestias del sur salvaje


Al otro lado del espectro cinematográfico de las superproducciones se sitúa esta pequeña y maravillosa pieza que combina lirismo, emoción y magia con un naturalismo casi antropológico en la descripción de modos de vida, centrada en la pequeña Hushpuppy, que relata en off su vida en la Bañera, una zona asolada y deprimida de Louisiana, su relación con su padre, y sobre todo su manera de afrontar emociones adultas como la pérdida y la sensación de peligro con las armas que ella tiene a mano, su valor, su ingenuidad, su empatía y su imaginación. La galería de personajes multirraciales, que más que habitantes son supervivientes, y el paisaje que les rodea, sus casas, tan hechas de retales como los que moran en ellas, están vistos con los ojos de esta heroína de nueve años que se convierte en reina de su universo de libertad y convivencia. Hay zonas de la película que quedan confusas, no se sabe si el encuentro con su madre fugitiva es real o no, tampoco se mete en consideraciones políticas ni en reivindicaciones sociales, pero en realidad no importa: los niños nunca lo hacen.



David Magee por La vida de Pi

Magee, nominado en 2004 por el guión de Descubriendo Nunca Jamás, tenía entre manos la dura misión de adaptar una novela que había sido éxito reciente de crítica y público, Vida de Pi, escrita por Yann Martel. El meollo de la película es el viaje en barca salvavidas de un joven con un tigre de bengala, un orangután, una cebra y una hiena, un viaje que se transforma en iniciático y espiritual, al igual que la barca se transforma en un microcosmos darwiniano que el joven Pi tiene que aprender a dominar. Y quizá debido a la concentración exigida (excesiva) dedicada a plasmar la magnificencia de las imágenes que sugería la obra original se olvidaron de dar verdadera profundidad metafísica a la película, relegándola casi a un mensaje final a modo de moraleja que estorba y sobra, situado en el recurrido marco del manuscrito encontrado (en este caso la historia de tercera mano). Habría sido necesaria más enjundia para que la película no se recordase como una mera sucesión de postales perfectas.



Tony Kushner por Lincoln


La carrera de Tony Kushner como guionista de cine y televisión es muy corta (tres títulos), pero sin duda de gran éxito. En 2003 recibió un Emmy por el guión de Angels in America, una miniserie basada en su propia obra de teatro (que ganó el Pulitzer y el Tony en 1993); en 2005 estuvo nominado al Oscar por el magnífico guión de Munich, y en su tercera incursión no sólo ha sido nominado de nuevo a un Oscar sino que la mayoría de las encuestas lo sitúan como favorito. Y gran parte de la culpa de que este Lincoln sea tan grande como la figura histórica que recrea es del magistral y audaz guión: apoyándose en el dato de que el presidente era un gran admirador de Shakespeare, y lo convierte en un héroe con luces y sombras digno de las mejores tragedias del dramaturgo, capaz de elevar su discurso político a la estratosfera o contar anécdotas escatológicas sobre Washington, de actuar con dignidad en una escena a hacer el payaso de una escena a la siguiente. Y a pesar de ser el tema y centro de la acción, al final la figura sigue siendo tan misteriosa como la estatua erigida en Washington: sabemos de sus motivaciones, de su habilidad para el discurso político y para meterse en el bolsillo a la gente, pero en realidad no sabemos nada de sus opiniones reales, ni siquiera sobre el racismo. Eso, combinado con escenas tan vibrantes como la aprobación de la Tercera Enmienda, planteada como Doce hombres sin piedad, y la creación de un lenguaje que mezcla lenguaje del siglo XIX con un ritmo totalmente contemporáneo, hacen a Kushner justo merecedor de la estatuilla.

David O. Russell por El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)


Como en el caso de muchas comedias románticas, El lado bueno de las cosas promete mucho más de lo que da. Como dice Peter Bradshaw, de The Guardian, “empieza como una historia de Nick Hornby y termina como una de Nicholas Sparks”, es decir, más romántica que comedia, más cliché que original, a pesar del punto de partida de dos personajes en situaciones emocionales (y psicológicas) más que límite. Y aunque no es todo lo sofisticada que pretende ser, la habilidad de Russell consiste en desarrollar la historia romántica sin olvidarse de las taras de sus protagonistas, y un plantel de secundarios, como el padre obsesivo compulsivo interpretado por Robert de Niro, que hacen el tránsito de ver la película mucho más agradable.



Mi favorita es: Tony Kushner por Lincoln


MEJOR MÚSICA-CANCIÓN ORIGINAL

A pesar de contar con cinco temas de gran calidad y que en cualquier otra edición serían firmes candidatos al premio, dada la relatividad e independencia de esta categoría frente al resto, este año el Oscar a la mejor canción tiene, casi por definición, dos competidores y tres comparsas: 'Skyfall', el tema interpretado por Adele para la película homónima de la saga Bond y 'Suddenl'y, el nuevo tema que Boublil y Schönberg han compuesto para Los miserables de Tom Hooper son las dos opciones más claras para este premio a las que acompañan otros tres temas que, no por falta de calidad, probablemente vean su paso por esta categoría como un mero paseo.


'Before My Time', de Chasing Ice. Música y letras de J. Ralph

La delicada melodía que abre el documental Chasing Ice está interpretada por la actriz Scarlett Johansson. Más allá de la cuota celebrity de la canción, resulta interesante que una canción de un documental esté nominada en una categoría que generalmente está reservada a cintas de ficción, ya que hace seis años que no ocurre, cuando la canción compuesta por Melissa Etheridge para Una verdad incómoda se alzaba con el Oscar por encima de las tres canciones nominadas por Dreamgirls y el tema de la banda sonora de Cars. En esta ocasión es bastante más complicado que se alce ganadora, pero sin duda la melodía de cuerdas unidas a la suave voz de la actriz forman un conjunto que bien merece tener en cuenta para el premio.




'Everybody Needs a Best Friend', de Ted. Música de Walter Murphy y letras de Seth MacFarlane

Seth McFarlane, uno de los hombres-orquesta más conocidos de Hollywood, además de presentar la gala de los premios de la Academia, recibe una nominación al Oscar por este tema de big band clásico compuesto para su debut en el cine: Ted, la comedia más gamberra de la temporada. Norah Jones es la encargada de interpretar este tema que resume en pocas palabras la filosofía de la película, que más allá de lo soez, lo gamberro y lo políticamente incorrecto es un canto a la amistad. Un tema de corte clásico, hollywoodiense y que recuerda a la época dorada de crooners y big bands. ¿Jugará a su favor o en su contra que McFarlane presente la gala? Probablemente sea totalmente irrelevante ya que la pugna por este premio está bastante más lejos de esas lides y de esta canción. Una lástima.




'Pi's Lullaby', de La vida de Pi. Música de Mychael Danna y letras de Bombay Jayashri

Resulta estimulante encontrar, entre tanta canción más o menos parecida, un tema en lengua extranjera y poco usual en los premios. 'Pi's Lullaby', la nana que abre los créditos de La vida de Pi, está interpretada por Bombay Jayashri, una cantante india de música carnática con amplia experiencia en su país de origen y que aquí despliega todos los colores de su voz para introducir al espectador en la ensoñada y épica historia de Pi. Quizá 'Pi's Lullaby' sea la cuota exótica de este año, pero la película ha conseguido 11 nominaciones en una edición de los Oscar en la que no hay absolutamente nada previsible, lo cual aumenta considerablemente sus posibilidades de premio. Recordemos que India ya tuvo su momento de apogeo en esta categoría cuando en 2008, Slumdog Millionaire se alzó con la estatuilla por 'Jai Ho', un hecho puede jugar tanto en su favor como en su contra.




'Skyfall', de Skyfall. Música y letras de Adele Adkins y Paul Epworth

Después de un momento de pánico que profetizaba la descalificación de esta canción por sus referencias y homenajes a otros temas de la saga Bond, finalmente tenemos a Adele nominada al Oscar por uno de los mejores temas de los últimos años en la saga James Bond. 'Skyfall', la canción, resume, homenajea y y referencia musicalmente al resto de la saga, del mismo modo que lo hace Skyfall, la película. Más allá de su calidad musical, no hay que pasar por alto que Adele Adkins es una de las cantantes del momento, que con tan solo dos discos en el mercado y veinticinco años ha revolucionado las listas de éxitos... y tiene un Globo de Oro. Además, en caso de ganar, sería la primera estatuilla para una canción Bond en la historia. Un bonito detalle que cumplir en la gala en la que se le rinde homenaje a la franquicia por su 50 aniversario. ¿Qué podría pasar?




'Suddenly', de Los miserables. Música de Claude-Michel Schönberg y letras de Herbert Kretzmer y Alain Boublil

Por último encontramos a la nominada por defecto este año: Suddenly, el tema que Boublil y Schönberg han compuesto para la versión cinematográfica de Los miserables está presente en toda la carrera, pero llegados a este punto, hay que reconocer que, por muy diseñada para ser nominada que esté, realmente es complicado que pase de esa condición. Musicalmente inferior al resto de temas de la banda sonora y bastante menos interesante narrativamente que otras canciones del musical, 'Suddenly' probablemente conseguiría el premio por arrastre en el caso de que la película fuera la gran protagonista en los Oscar, pero tiene una posición muy debilitada, la carrera está aún muy abierta y no tiene demasiadas papeletas de ser la gran protagonista. De todas maneras, nunca hay que menospreciar a la Academia, que siempre destaca con alguna sorpresa, y, aunque no sea la categoría más idónea para dar la nota, todo puede pasar. Solo hay que remitirse a los premios anteriores.



Mi favorita es:'Skyfall', de Skyfall


MEJOR BANDA SONORA ORIGINAL


Pese a hablar de los Oscars del año 2013, si observamos la lista de ilustres candidatos, uno tiene la sensación de que este análisis se podría adjudicar a muchas de las ediciones de la última década. Salvando la honrosa primera vez de Mychael Danna, los otros compositores nominados no son lo que se dice novatos en esto de pisar el Kodak Theater. John Williams (en pie), Thomas Newman, Dario Marianelli y Alexandre Desplat, pasado, presente y futuro, han sido los seleccionados para ser cabezas visibles de un año donde el nivel de bandas sonoras ha sido realmente notable. Quedándose fueras maravillas (y favoritas) como Bestias del Sur Salvaje o El Caballero Oscuro. La Leyenda Renace, sorprende no encontrar ninguna música para película de animación en una categoría dada a ello. Clasicismo, exotismo, patriotismo y poca, o ninguna, experimentación ni riesgo en una lista de nominados que apuestan, en todos los casos, por una elegancia en la composición y la búsqueda de la emoción sin grandes fuegos de artificios. Otra categoría donde trasladar la batalla Lincoln vs Argo sin olvidar, ni muchísimo menos, a Pi y Richard Parker.


Dario Marianelli por Anna Karenina


Dario Marianelli es el nominado con la trayectoria más corta. Sin embargo, desde que se estrenara en 1994 con una desconocida cinta irlandesa llamada Ailsa, ha optado dos veces a la estatuilla, que ganó en 2007 por su excepcional trabajo para Expiación. De nuevo con la ayuda del director Joe Wright, llega al Kodak Theater de manera, eso sí, bastante sorprendente. Ignorada a lo largo de la carrera de premios, su labor en Anna Karenina, otra gran propuesta que no ha alcanzado el éxito esperado, se ve recompensada con una nominación que suena a testimonial. Desbancando a una de las grandes favoritas, la espectacular partitura de Bestias del Sur Salvaje, la obra de Marianelli apuesta por la contundencia y el romanticismo, alejándose de la combinación de comercialidad y experimentación que había marcado sus últimos años, y respetando al máximo la potente visión que Wright ha aportado a la obra de Leo Tolstoy. Con una fuerte influencia de la música clásica, el compositor italiano ofrece un auténtico tour de force mezclando vals, nanas, cancan, burlesque, cabaret y exaltado lirismo en una banda sonora que tiene casi de todo. Y la Academia, rendida a sus pies. 




Alexandre Desplat por Argo


En 27 años, casi un centenar de bandas sonoras compuestas para la gran pantalla. No es mala media para Alexandre Desplat, con toda seguridad uno de los grandes compositores actuales, que ha alcanzado una madurez y plenitud indiscutible con sus trabajos para, entre otras, El Curioso Caso de Benjamin Button, El Árbol de la Vida, El Discurso del Rey o Tan Fuerte, Tan Cerca. La obra del parisino se puede valorar desde muchos puntos de vista, pero su punto fuerte es sin duda su versatilidad. Sus partituras tienen personalidad propia, pero se adaptan por completo a cada película, sin eclipsarla, meciéndola, acompañándola sin asfixiarla. En estos Oscar, Desplat ha conseguida su quinta nominación con Argo, aunque bien podría haber sido por sus espléndidas aportaciones a Moonrise Kingdom, De Óxido y Hueso o El Origen de los Guardianes, un cuarteto inalcanzable para la mayoría de sus compañeros de generación. Su música para el filme de Ben Affleck muestra a un compositor en permanente estado de gracia, capaz de combinar melodías que recuerdan a un thriller clásico, pero con apuntes étnicos. Estos últimos, especialmente los elementos árabes que últimamente tienden a sonar reiterativos y tópicos, cumplen su función de manera perfecta, aportando matices trepidantes donde otros solo encuentran bostezos. Sin embargo, donde realmente destaca Desplat es en sus temas más emotivos, casi épicos, también más tradicionales pero repletos de una fuerza emocional que no se puede dejar pasar por alto. Su tema central, absolutamente maravilloso, refuerza el carácter emotivo de una película que, no lo olvidemos, llega a la noche de los Oscar como favorita por su capacidad para conectar con todo tipo de públicos. Desplat, uno de los culpables. 




Mychael Danna por La vida de Pi


Mucho se habla del combate a vida o muerte entre Lincoln y Argo, y esta categoría no es una excepción. Tan embelesados andamos en armar filas en uno de los bandos que, en ocasiones, se nos olvidan las terceras opciones, esas que a la chita callando terminan imponiéndose. La Vida de Pi cuenta con once nominaciones y esta parece una de las más factibles de terminar con final feliz. Mychael Danna, compositor en activo desde 1978 y responsable de joyas como las bandas sonoras de Pequeña Miss Sunshine y 500 Días Juntos, consigue doblete con su trabajo para el filme de Ang Lee, sumando a esta la nominación a Mejor Canción Original con la maravillosa Pi’s Lullaby. En conjunto nos encontramos ante una partitura cuyo mayor triunfo es no caer en las trampas que se le presentaban, jugando siempre en el límite. Al igual que la película, la composición del canadiense mantiene el equilibrio entre lo hermoso y lo convencional, lo comercial y lo espiritual. Podríamos estar hablando de una banda sonora de acompañamiento para la lectura de un libro de autoayuda, o peor, una tarde de música chill out. Sin embargo, Danna se las arregla para regalar un trabajo completísimo, repleto de influencias hindúes (como no podía ser de otro modo), pero también referencias a la chanson francesa y las músicas ambientales más cautivadoras, jugando con todos los elementos para dar forma a un conjunto contundente y emocionante, hipnótico en sus mejores momentos. Para una película tan visual como la de Lee se requería una música a la altura. No era sencillo. Mychael Danna lo ha conseguido. 




John Williams por Lincoln


Si hablábamos con Desplat de datos, no vamos a ser menos con John Williams. Cinco décadas de bandas sonoras atemporales, tan clásicas o más que las películas a las que acompañaban, y 47 nominaciones a los Oscar. Repitamos, por si acaso: 47 nominaciones a los Oscar en total, contando las de Mejor Canción. Parece rara la ceremonia en la que entre los cinco nominados no emerja la figura, la leyenda, del compositor neoyorquino. Williams, del cual no citaremos sus trabajos más destacados porque necesitaríamos un análisis exclusivo para ello, ‘solamente’ ha sido galardonado en cinco ocasiones (El Violinista en el Tejado, Tiburón, La Guerra de las Galaxias, E.T. y La Lista de Schindler), por lo que este año llega al Dolby Theatre como uno de los grandes favoritos para conseguir la estatuilla. Trabajando de nuevo para su inseparable Spielberg (imposible imaginarse la filmografía del Rey Midas de Hollywood sin su música), Lincoln nos muestra a un compositor que se convierte en un alter ego de la figura del decimosexto presidente de los Estados Unidos. Melancólico, reposado y sobrio, la música de Williams, alejada de la espectacularidad que mostró en sus dos trabajos del pasado año (Las Aventuras de Tintín y War Horse), vuelve a resultar un logro en todos los aspectos: contundencia y calidez, emoción y elegancia. Exceptuando algunos compases de virtuosismo patriótico, la delicadeza es la seña de identidad de una banda sonora con un gran protagonista, el piano, guía de los mejores momentos de una película repleta de ellos. Su tema central, potente y, cómo no, con capacidad suficiente para instalarse sin problemas en la cabeza del espectador, confirma lo que no deja de sorprender por mucho que pasen los años: el eterno estado de forma de una leyenda viva de la Historia del Cine.


Thomas Newman por Skyfall


Terminemos el análisis con (más) datos. Diez nominaciones, cero Oscar. La carrera de Thomas Newman está repleta de grandes momentos, tanto en la gran pantalla como en la pequeña. En sus trabajos para series como A Dos Metros Bajo Tierra o para Pixar (Buscando a Nemo y WALL•E) encontramos la cara más notable de un compositor que alcanza sus cimas en su fructífera relación profesional con el director británico Sam Mendes. Su música para American Beauty, Camino a la Perdición o Revolutionary Road sirve para comprender a la perfección el estatus de compositor imprescindible que ha alcanzado en los últimos años. De nuevo de la mano de Mendes, Newman se enfrentaba al que, probablemente, haya sido el reto más difícil de su carrera: poner música a una nueva entrega de la saga del agente 007, Bond, James Bond. A la vista de los resultados, nuevo éxito para apuntar en su cuenta. Respetando la inmensa labor que decenas de compositores han realizado a lo largo de la franquicia, el compositor californiano comulga con la propuesta más oscura y dramática, ‘nolanizada’ que dirían algunos, y presenta una composición que se centra más en la atmósfera que en el espectáculo, terminando, eso sí, homenajeando al referente básico, con guiños a los seguidores más fieles, rendida ante la figura icónica del personaje. Una obra madura con capacidad para convencer a la parroquia ‘bondiana’, pero también a los no iniciados.




Mi favorita es: Thomas Newman por Skyfall


MEJOR FOTOGRAFÍA

La lista de nominados en esta categoría este año es una de las más justas, completas y variadas de los últimos tiempos. Los cinco nominados, aparte de ser cinco de los mejores nombres en la cinematografía actual, ofrecen un conjunto de trabajos sin miedo al riesgo y en los que se toman decisiones técnicas arriesgadas y nada convencionales que combinan herramientas actuales y novedosas con tecnologías más antiguas.

Seamus McGardey por Anna Karenina


El norirlandés Seamus McGarvey, que ya estuvo nominado en esta categoría por su magnífico trabajo en Expiación (Joe Wright, 2008), vuelve a estarlo por su nueva colaboración con el director Joe Wright, cuyo resultado no puede ser más esplendoroso a pesar de haberse incorporado al equipo tres semanas antes del comienzo del rodaje y de que la ambientación teatral de la película fuese una decisión de última hora debido a necesidades económicas. 
Un recorte de presupuesto que ha dado lugar a una de las adaptaciones cinematográficas más ambiciosas desde el punto de vista creativo que he visto en mi vida, y que llevaron a McGarvey a utilizar técnicas antiguas y teatrales de iluminación, a rodar en celuloide, en cinemascope y con lentes anamórficas para ganar en riqueza de texturas y suavizar las transiciones entre la escena teatral y los exteriores reales, un efecto que se apoya en la iluminación dinámica, más propia del teatro. 

El respeto al texto le llevó a tomar la decisión que más influye en el exquisito aspecto final de la película, y fue contrastar la vida corrupta de la ciudad con lo bucólico de los escenarios rurales, los campos de flores que terminan rebosando la escena en la secuencia final: mientras en las escenas urbanas la luz es mucho más dura y artificial, en las campestres es más natural, transmitiendo también la idea de llegada de una nueva era llena de esperanza, lejos de la oscuridad y crispación de la era de los zares.

Robert Richardson por Django desencadenado


Colaborador de Oliver Stone, nominado en ocho ocasiones y ganador de tres Oscar (JFK en 1991, El aviador en 2004 y La invención de Hugo en 2012), Richardson consigue con su cuarto trabajo junto a Quentin Tarantino plasmar las visión bastarda del director, siempre llena de múltiples referencias culturales de lo más variadas, sobre dos géneros aparentemente contradictorios desde el punto de vista visual: el western y las películas blaxploitation de los años 60 y 70, en las que prima el contraste entre blanco y negro. 

A esto se añade el gusto de Tarantino por los colores pop más saturados que obligaron a Richardson a trabajar con una paleta de color diferente de la que él acostumbra, por lo que tuvo que asegurarse de que esa paleta tan brillante usada en escenarios naturales no fuese un elemento de distracción para el espectador ni crease un efecto de postal turística. El resultado es tan bastardo como fascinante desde el punto de vista de la fotografía, un reto que recibe con la nominación un justo reconocimiento.

Claudio Miranda por La vida de Pi


El chileno, con experiencia en rodajes en 3D, recibe su segunda nominación al Oscar (tras El curioso caso de Benjamin Button en 2008), por esta fábula del director taiwanés Ang Lee que tenía la enorme dificultad de recrear la visión fantástica del escritor Yann Martel en la novela del mismo título. El impresionante tratamiento del mar, una complicación añadida pues las cámaras digitales suelen leer el reflejo del sol en el agua como ruido, que adquiere una textura que no resulta para nada electrónica (recurrieron a oceanógrafos e ingenieros para recrear en postproducción las ondulaciones del mar), 
las épicas escenas bajo el agua hacia el final de la película, o la ceremonia india iluminada en un 99% con velas, son sólo ejemplos de los esfuerzos que hizo el director de fotografía por traducir a imágenes los objetivos de Lee, y muy justos merecedores del premio final.


Janusz Kaminski por Lincoln


La colaboración de Kaminski con Spielberg, que se ha visto retribuida con dos Oscar (La lista de Schindler y Salvar al soldado Ryan) y otras tres nominaciones (Amistad, Caballo de batalla y Lincoln), ha sido tan extensa como variada. En esta ocasión, le daba la oportunidad de trabajar una película de época centrada en el retrato y el drama humano, con mucha presencia de interiores. Uno de los retos era combinar la sensación de realidad con la imagen idealizada que tiene el público sobre la época y tan importante figura central, sin sacrificar elementos narrativos y de definición del personaje: es decir, transportar al espectador a ese tiempo de una manera natural. 
De ahí la decisión de dar un tratamiento pictórico a las imágenes, con fuertes luces y sombras, sin estilizar la película más allá de lo perceptible y siempre resaltando el protagonismo absoluto y vertebrador de Daniel Day-Lewis, con la iluminación haciendo énfasis dramático a los problemas complejos a los que se enfrentaba Lincoln. Uno de los mejores directores de fotografía de la actualidad no debería pasar inadvertido la noche del 24 de febrero.

Roger Deakins por Skyfall

La filosofía de trabajo de Deakins como intérprete de palabras más que como fotógrafo le convertían en una elección poco usual para una película de acción como esta de la saga 007. Sus diez nominaciones (y ninguna estatuilla) por trabajos tan variados y ricos como El lector, Fargo, El hombre que nunca estuvo allí, No es país para viejos o Valor de ley hacen que haya deseo de que se haga justicia y su gran labor se vea recompensada en la gala con un premio. A esto se añade que su trabajo es realmente fascinante y novedoso en un género en el que a menudo estos aspectos técnicos se generalizan y se convierten en tópico. 

Usando las mismas técnicas de iluminación que en dramas como Revolutionary Road, evitando movimientos de cámara innecesarios y desquiciantes y exceso de planos, hace que la cámara reaccione a lo que hacen los actores. En cuanto a la paleta de colores, Deakins jugó con amplitud, contrastando secuencias oscuras y misteriosas en interiores con las luces de los exteriores, y no teniendo ningún medio a las sombras, ni a tomar decisiones arriesgadas en secuencias que cubren gran parte de un día con sus cambios de luces.

Mi favorita es: Claudio Miranda por La vida de Pi

MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN

Este año, la categoría de mejor dirección artística ha sido renombrada como mejor diseño de producción, posiblemente en un intento de reflejar la complejidad de una labor que incluye tanto la creación de escenarios como la búsqueda de localizaciones y, en resumen, la definición de la identidad visual de la película. Tres grandes producciones de ambientación decimonónica (Anna Karenina, Los miserables y Lincoln) compiten con una película de fantasía (El hobbit: Un viaje inesperado) y una innovadora cinta a medio camino entre la realidad y la imaginación (La vida de Pi).

Anna Karenina. Diseño de producción, Sarah Greenwood. Decorados, Katie Spencer

Desde que empezaron a correr las primeras noticias acerca de este proyecto, parecía claro que la adaptación de la novela de Tolstoi iba a dar que hablar en el terreno de lo visual. Hay pocos cronotopos más evocadores que la Rusia Imperial del siglo XIX, una de las cortes más suntuosas de la época, y Anna Karenina prometía un diseño de producción muy ambicioso. Lo que no sabíamos es que sería también enormemente creativo. Para empezar, porque gran parte de la película se desarrolla en el marco de un escenario teatral, lo que aparentemente limita las posibilidades espaciales. Sin embargo, ahí radica en gran medida el mérito del impecable trabajo de Sarah Greenwood y Katie Spencer: en una creación de auténtica orfebrería, donde cada espacio tiene entidad propia y donde la teatralidad (y, por qué no, la artificialidad) está al servicio de las filigranadas emociones de los protagonistas. El resultado final está impregnado de dramatismo, sensualidad, violencia y delicadeza; los mismos rasgos que han caracterizado muchos de los proyectos de Greenwood y Spencer, que cuentan con una fructífera trayectoria conjunta a sus espaldas, y que reciben este año su cuarta nominación después de Orgullo y prejuicio (2006), Expiación (2008) y Sherlock Holmes (2010). No cabe duda de que ésta podría ser una buena ocasión para llevarse la estatuilla, ya que Anna Karenina es, posiblemente, la producción más personal y poética de las que compiten, aunque se enfrenta a duras competidoras: la arrolladora creatividad de La vida de Pi y la espectacularidad de Los miserables.

El hobbit: Un viaje inesperado. Diseño de producción, Dan Hennah; decorados, Ra Vincent y Simon Bright

El hobbit: Un viaje inesperado es una película notable, muy esperada y bien resuelta; sin embargo, en la categoría de diseño de producción, su mayor lastre viene dado por el hecho de que, en lo sustancial, el mundo visual que propone no se diferencia demasiado del que Peter Jackson ya desarrolló en su trilogía de El señor de los anillos, concluida hace casi una década. Ya comentábmos en este Oscatlón, a propósito de los efectos visuales, que El Hobbit no mostraba una evolución tangible respecto a la trilogía, y algo similar puede decirse en el terreno de la dirección artística. De hecho, el director de producción Dan Hennah ya ganó el Oscar en 2004 por El retorno del rey, lo que suponía un reconocimiento implícito al conjunto de sus recreaciones de la Tierra Media. En El hobbit destaca un espléndido trabajo de localizaciones naturales, así como los evocadores bosques románticos donde sucede buena parte de la acción. La recreación de la Comarca en el tramo inicial de la película concede mucha importancia a los interiores domésticos. A su vez, las fastuosas arquitecturas de Rivendel mantienen intacta su capacidad de evocación, que remite a las películas de la trilogía, pero que incorpora nuevos espacios, como la impresionante Ciudad de los Trasgos. Un trabajo impecable en cualquier caso, pero que puede ser lastrado por su escasa evolución respecto a las películas de la trilogía.

Los miserables. Diseño de producción, Eve Stewart; decorados, Anna Lynch-Robinson

Ya la escena inaugural de Los miserables, ubicada en los descomunales astilleros donde cumple su condena Jean Valjean, anticipa la teatralidad y la monumentalidad que caracterizan el soberbio trabajo de Anna Lynch-Robinson (que recibe su primera nominación) y Eve Stewart (que ha sido nominada ya por Topsy-Turvy y El discurso del Rey). Una de las principales ventajas de rodar un musical es que, al igual que sucede con la narración, el realismo y la verosimilitud pasan a un segundo plano. Sobre todo si, como sucede en Los miserables, el velo del Romanticismo impregna los espacios de dimensiones épicas y, sobre todo, de intensidad emocional. En la estética romántica, la meteorología traduce los estados de ánimo, y los lugares reflejan la dimensión psicológica de sus habitantes. Por eso, las laberínticas calles del viejo París pueden parecer algo acartonadas, pero también traducen la opresión en que viven sus habitantes, mientras los grandes espacios (el desfile triunfal, los astilleros) reflejan la megalomanía imperial de la Restauración monárquica. Todo ello impregnado por un registro cromático de gran valor simbólico, donde los colores de la bandera revolucionaria (rojo, blanco y azul) brillan en un contexto dominado por los colores parduzcos de la pobreza de las clases populares. También hay que tener en cuenta que en Los miserables prevalecen los primeros planos de los protagonistas, lo que teóricamente dejaría poco espacio para el lucimiento de los decorados, que se aprecian fundamentalmente en los planos medios. Sin embargo, esta planificación no impide apreciar una magnífica (y complejísima) labor de diseño de producción que logra llevar al cine un espectáculo teatral preservando la magia del musical. 

La vida de Pi. Diseño de producción, David Gropman; decorados, Anna Pinnock

Desde luego, si uno de los objetivos del cine es crear universos visuales propios, está claro que La vida de Pi es una celebración del cine con mayúsculas, y debe buena parte de esa capacidad de fascinación a su dirección artística. Especialmente porque la película propone una inmersión del espectador en un microcosmos a medio camino entre la realidad y la fantasía. Y la línea entre ambas está tan sutilmente trazada que, en ocasiones, desaparece. También porque el trabajo de Anna Pinnock (nominada por Gosford Park y La brújula dorada) y David Gropman (nominado por Las normas de la casa de la sidra) se adecúa a la perfección a un novedoso empleo del 3D. Si, por poner dos ejemplos significativos, Avatar desarrolló las capacidades técnicas del cine en 3D como espectáculo tecnológico, y Pina llevó esta técnica a un terreno radicalmente distinto y fundamentalmente minimalista, La vida de Pi la emplea con una finalidad netamente emocional. El diseño de producción, en este caso, se basa en la creación de un mundo colorista y naíf por momentos, donde el mayor protagonismo no lo tienen tanto los interiores, muy estilizados, como la deslumbrante presencia de una naturaleza repleta de exuberancia estética y también psicológica. Y, a diferencia de las otras nominadas, La vida de Pi será recordada dentro de unos años por su rotundidad visual: algo que está al alcance de muy pocas producciones.

Lincoln. Diseño de producción, Rick Carter; decorados, Jim Erickson

El diseñador de producción Rick Carter recibe este año su cuarta nominación al Oscar, un premio que se llevó en 2010 por su trabajo en Avatar. A su vez, el decorador Jim Erickson recibe su segunda nominación tras la primera por Pozos de ambición. En cualquier caso, son desafíos muy diferentes de la nueva cinta de Steven Spielberg. En Lincoln, la tónica general es el respeto a la Historia y al legado de uno de los personajes más populares de la tradición americana. Por eso, el trabajo de diseño de producción viene marcado por un realismo casi documental, que recrea sin estridencias la austeridad de una de las etapas fundacionales de Estados Unidos. Entre los mayores logros encontramos una creíble reconstrucción de edificios tan reconocibles y familiares como el Congreso y, sobre todo, la Casa Blanca. Rick Carter ha afirmado que su reconstrucción de la residencia presidencial responde a la veracidad histórica, pero también a la introspección psicológica del protagonista, y que en cierto modo refleja su forma de pensar y sus paisajes emocionales. El resultado final es un trabajo solvente y de altísima calidad. Sin embargo, no parece muy probable que logre vencer a sus competidoras, que presentan perfiles mucho más creativos, personales y, también, deslumbrantes.

Mi favorita es: Anna Karenina


PSDTA: Esperemos que esta noche,sea una noche de esas llenas de magia donde los sueños de los premiados y los nominados se cumplan,unos por conseguir sus objetivos y los otros por pelear hasta el final,estamos atentos al mayor espectáculo del mundo del celuloide esta noche desde el rebautizado Dolby teather de los Angeles en la 85th. Annual Academy Awards que desde esta noche pasará a llamarse oficialmente Oscars de Hollywood,seguro que estará lleno de sorpresas,un saludo desde nuestro humilde blog...

FDO: Mr J.













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